enero 08, 2012

Encrucijada

El azar según Aristóteles es cuando una serie de eventos interrumpen abruptamente con la finalidad de algo, de esta forma, por ejemplo, cuando un beisbolista batea la pelota y esta, a mitad del camino, choca con un pichón matándolo, fue azar.


Se interrumpe la finalidad de la pelota que era hacer un home run y se interrumpe la finalidad del pichón que era posarse en el otro extremo del campo.

Es vital ver toda la serie de sucesos que causaron este deselance azaroso: que el pichón haya volado desde la calle de al lado debido a que un niño lo asustó, que este niño no haya ido a la escuela por que su madre chocó, que la madre del niño haya chocado por que se despertó tarde, que se haya despertado tarde por que alguien decidió importar pilas chinas que dejan de funcionar rápidamente por lo cual el despertador no sonó, etcétera.

Ahora, faltan los sucesos que llevaron a ese bateador justamente a batear en ese momento y en ese lugar, que son infinitos al igual que los que impulsaron a volar al pichón al otro lado del campo y ambos se pueden remontar al origen de la vida y del mundo.

Pero lo importante es la muerte azarosa del pichón.


Imagina por un momento que el azar no existe y estamos en un mundo fatalista, en el cual desde el principio de la vida y del mundo en sí mismo todo está ya escrito y predispuesto por algo a lo que podemos llamar destino. En esta realidad fatalista no podrás saber nunca la finalidad de los seres, hasta que estos la hayan cumplido, es decir tu finalidad no es: vivir, reproducirte, perpetuar la especie y para algunos ser feliz; sino que tal vez sea morir a los 23 años al caer de un edificio y de esta forma lograr que los medios de comunicación tengan algo de que hablar en la tercera semana de octubre. Es decir no hay azar, sólo destino.


Por último, porfavor imagina que mandas un mensaje a alguien que tiene mucho tiempo que no contactas y más tiempo aún que no ves. Este mensaje lo mandas en un día festivo y redactas que de regalo debido a ese día especial se te ha concedido verla, claro, es una broma algo patética, pero puede abrir de nuevo el canal de comunicación. Después utilizas el trasporte público de una de las ciudades más grandes y pobladas del mundo, hay bullicio y mucha gente. Por alguna razón una mosca pasa por tu nuca y volteas, sí decides voltear siendo que la puedes auyentar sólo con la mano, y ves a esa persona que tiene mucho que no ves y a la cual le acabas de mandar un patético mensaje.


Opción uno: Es azar y gracias a que yo salí justo a tiempo del lugar en el cual me encontraba llegué a ese punto de choque, en dónde por azar volaba una mosca que nació en el bote de al lado, y rompiedo la cotidianeidad volteé en lugar de sólo dar un manotazo y vi a esa persona que estaba ahí ya que se había retardado, la misma a la que le había mandado un mensaje por motivo de una festividad que hace 500 años comenzaron a festejar. Atrás de esto hay aún más: salí temprano porque mi compañero hizo mi trabajo debido a que estaba deprimido y necesitaba distraerse, la mosca nació ahí porque una persona hechó una pizza putrefacta a ese contenedor, volteé porque una minúscula ración de un cierto químico alteró mis neuronas y me hizo reaccionar diferente, esa persona estaba ahí porque esta semana había mucho trabajo, de forma que se le acumuló y salió tarde, y esa festividad se instauró debido a que hubó una sobreproducción de uvas hace 500 años. Y a estas causas hay otras infinitas más que explican la depresión de mi compañero, el porqué la pizza no fue comida, porqué tengo ese químico en el cerebro, porque hubo mucha carga de trabajo en esa semana y porqué hubo una sobreproducción de uvas hace 500 años. En pocas palabras fue una serie de finalidades interrumpidas que hicieron posible mi encuentro azaroso, o sea gran parte de la realidad se basa en azares y, no en las leyes de la realidad que dictan el como debería de ser esta.


Opción dos: El destino decía que la finalidad de la pizza, como comida, no era ser comida, sino comenzar a pudrirse para que una mosca pudiera nacer ahí; que la finalidad de mi amigo no es reproducirse y ser feliz, sino deprimirse justo ese día para hacer mi trabajo y que yo pudiera salir temprano; que la finalidad de cierta manzana que comí no es dejar una semilla y perpetuar la especie, sino depositar cierto químico en mi cerebro que me haga cambiar una reacción común; que la finalidad de la bolsa no es hacer que la economía funcione, sino hacer que la carga de trabajo de esa semana justamente sea más pesada y así cierta persona deba salir tarde del trabajo y por último que la finalidad de una festividad no sea eliminar el excedente de uvas de hace 500 años, sino generar un pretexto para que yo mande un mensaje de texto. En pocas palabras nada es lo que parese y no puedes saber ni siquiera el porqué estás aquí, sólo estás condenado y seguir una serie de eventos predestinados.


Opción tres: La ley de la realidad es el azar.


No sé por cual opción optar.